Cerro Colorado es una localidad en la provincia argentina de Córdoba que alberga un sitio arqueológico donde se pueden apreciar pinturas rupestres de factura comechigona.
Los trazos parecen evocar eventos, animales, intercambios. Parecen mapas, trazos de un recorrido, en el tiempo o en el espacio, ríos, llamas… Con la belleza de aquello por descifrar, la magia de aquellas cosas a las que le ponemos nombres livianos, plumosos que tal vez acertamos y no tenemos manera de cotejar.
Es difícil conocer el significado intrínseco de los dibujos escritos en la roca. La mayoría de las pinturas pueden ser prehispánicas, cuando la población nativa era de más de 40.000 personas. Para el 1600, ya había sido diezmada por los españoles a 8.000 personas.
“Expresión del instinto artístico” (1), el arte como instinto, así lo nombran en el libro que describe este lugar y me ayudó a ensayar estas líneas. Pensar el arte como instinto, como supervivencia. Una vivencia importante que trasciende en el tiempo en un sitio determinado y nos cuenta. Aquí se hace placentero, cavilar figuras, hilar historias…En el recorrido el guía nos regaló aproximaciones que despiertan preguntas. Algunos sitios donde hay pinturas son de muy difícil acceso y de incómoda elaboración (tengo mucho para ver aún), otros parecen hechos para ser contemplados al paso.
La imagen que acompaña este texto es interpretada por investigadores de una manera e interpretada por el guía Jorge de otra. La imagen pertenece precisamente al sitio Casa del Sol. Abajo, a la derecha se puede ver una vaina de algarroba o una imagen zoomorfa, yo me inclino hacia la algarroba como señala Jorge. También se deslizan pecheras y cascos de los conquistadores… son muchas preguntas ante extraños objetos.
Un grandioso cóndor perenne en la cueva, soles y serpientes, elementos geométricos. Todos trazos que poseen significación simbólica. Se nos pueden escapar significados. pero no pedemos dejar de admirar la constancia, el sostén en el tiempo. La fortaleza de su presencia se hace patente en el lugar, en el aire que dibuja entre ramas los andares del pueblo de la tierra rojiza. La selección de abrigos protegidos de las tormentas del sud y sudoeste a permitido en la mayoría de las pictografías llegar hasta hoy. Los últimos trazos refieren a jinetes conquistadores y se encuentran registrados en las zonas que fueron menos accesibles. Después de la conquista un arte en su refugio, es hilo del tiempo, resistencia y palabra. Para abrir los sentidos a la expectación.
(1) E. Berberián, A.Recalde, E. Pillado; El arte rupestre del Cerro Colorado; Córdoba; Encuentro Grupo Editor, 2018.